Los niños de la Cosecha de Samhein ya saben que Rocavarancolia intentará acabar con todos ellos a toda costa antes de que la Luna Roja salga. Sobrevivir se vuelve una tarea casi imposible cada día y todo se estremece aun más cuando un terrible enemigo del pasado regrese con funestos planes que pondrán en peligro no sólo a los jóvenes, sino también al mismo Consejo Real.
No contiene spoilers de ninguna de las dos partes.
Resulta casi imposible hacer una buena sinopsis sin soltar más de un spoiler, por lo que espero que estas poquitas frases que resumen, en general, la esencia de esta segunda parte de El Ciclo de la Luna Roja os sirvan para orientaros. Y es que son tantas las cosas que deseo deciros que temo que, finalmente, tenga que acortar un tanto la reseña para que no quede muy extensa (ni os desvele, sin querer, ninguna de las muchas sorpresas que completan el libro).
Ya os he dicho en multitud de ocasiones que no es nada extraño que el refrán de ''segundas partes nunca fueron buenas'' no se cumpla, aunque sí es difícil encontrar novelas que realmente lo hagan. Muy pocas veces he sido capaz de leer continuaciones de sagas que hayan superado, y con creces, a su predecesor sin morir en el intento (En Llamas, Ciudad de Ceniza). Es una ardua tarea que se ve poco recompensada. Pero claro, llega el día en que aparece ante ti una obra extensa que promete más acción y misterios de los que en un primer instante hubo y, después de dejarla aparcada durante unas semanas, decides comprobar si realmente la suerte te sonreirá. Esa es mi pequeña historia con Los Hijos de las Tinieblas y he de decir, con total y absoluta certeza y sinceridad, que Cotrina ha logrado superarse a sí mismo y duplicar la adicción que La Cosecha de Samhein me provocó. Este libro no sólo entretiene más por toda la cantidad de acción y sorpresas que hay, sino por la gran complejidad que adquiere la historia en este punto, donde las traiciones, las conspiraciones y la muerte están a la orden del día.
Podemos comprobar cómo la pluma del autor es mucho más madura y personal. Ahora tiene una agilidad mayor y una genial capacidad de otorgar auténtica magia a cada una de sus frases. Cotrina sabe perfectamente qué quiere contar y, sobretodo, cómo debe hacerlo sin que para ello acabe resultando pesado o caótico. Uno de sus puntos fuertes es el hecho de que, a pesar de tener casi setecientas páginas, se lee en menos de un suspiro, porque aquí las letras se beben y se saborean, se disfrutan y se quedan grabadas a fuego en tu memoria. Además, importante es añadir la capacidad del autor de crear una historia muy visual, donde es fácil imaginarse todas las escenas por muy complejas que estas sean, como si todo fuese parte del guion de una buena película. Los diálogos son geniales y el ritmo y la acción no hacen más que aumentar a medida que avanzas en la lectura. La ambientación, también, está mucho mejor elaborada: más oscura y agonizante. Casi se puede palpar la desesperación de los personajes y de la propia Rocavarancolia.
Siguiendo esa misma estela, podemos hablar de los protagonistas de la historia. Se nota una clarísima evolución en cada uno de ellos, aunque a veces sea encaminada más hacia el lado de la oscuridad que al de la luz. Me sorprendía cómo Cotrina había conseguido que los personajes que antes adoraba ahora llegase a aborrecerlos (y viceversa), pero, sin duda, todos juegan y explotan su papel perfectamente, necesitando saber más de cada uno de ellos y estrujándote el cerebro descubriendo quién será el siguiente en caer. Además, no sólo los chicos evolucionan, sino también los monstruos y demás criaturas que pueblan Rocavarancolia y esto es algo que hace, finalmente, engordar la nota final. Y es que es muy importante saber cuidar cada mínimo detalle para que, en su conjunto, la novela acabe siendo una auténtica maravilla. Por eso os digo que si necesitáis leer algo lleno de misterios, destrucción, magia y acción, os arriesguéis con una de las mejores trilogías que he leído en toda mi vida: El Ciclo de la Luna Roja.
5/5
Una saga magnífica que recomiendo a todo el mundo sin duda.
ResponderEliminarJony, lo podías haber resumido todo así: "Me quedao con la pata torcía". Fin jajaja
ResponderEliminar@Marta M: Pues ahora que lo dices... Si lo llego a saber me ahorro todo lo escrito xD
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