La de vueltas que da la vida

Sé que os prometí un apoteósico regreso del Diario por estos lares de bloguería literaria, pero hay que ver la de vueltas que da la vida en tan sólo pocos meses, ¿verdad?  

No sé si alguno habrá sufrido alguna etapa a lo largo de su vida en la que todo cambia radicalmente y le deja tan exhausto que no tiene ganas de continuar con ningún proyecto. Pues, por desgracia, a mí me ha pasado. Han sido tantas las cosas que han cambiado en mi vida desde que publiqué la anterior entrada que no tenía ganas de seguir adelante con nada. Y como vosotros sois quienes me leéis y, por lo tanto, mi razón de seguir, os dejo aquí las razones de mi desaparición tan prolongada.

Lo primero de todo: los grandes problemas económicos que sufre mi familia. Sí, es algo que está a la orden del día y que a algunos, desgraciadamente, les afecta más que a otros, como es mi caso. Pero en sí este no es problema suficiente como para dejar de lado mi espíritu literario, ¿no? Pero sí que lo es, pues debido a esto tuve que dejar de lado la universidad y mi piso compartido en Cáceres para ayudar a mis padres. Así es, he tenido que dejar atrás un sueño porque las circunstancias actuales me impedían cumplirlo. Pero no me desanimo, porque, gracias a Dios, el año que viene iniciaré mis estudios universitarios en Salamanca, donde me dedicaré a mis dos grandes pasiones lingüísticas: el francés y el japonés. Pero no solo esta crisis económica me hizo dejar atrás la universidad, sino también mi ciudad natal durante una temporada, en la que me trasladé a Madrid a vivir. Sin embargo, otra vez estoy de nuevo en mi hogar y rodeado de los míos. ¡E incluso allí participé en mi primer concurso de baile de K-Pop! Je, je, je.

Y, bueno, además también han aparecido muchos problemas personales que, sintiéndolo mucho, me los guardaré únicamente para mí.

En general, todo esto provocó una gran ola que me apartó de mi meta, que era recobrar el ritmo del blog como hacía más de dos años que lleva activo. Así que espero que me deis de nuevo otra oportunidad y me apoyéis para que, poco a poco, y sin prometer nada (nunca se sabe que más puede pasar en esta vida), vuelva a ser el Diariador de los libros.

¡Muchas gracias, chicos!